Esto no es Arjona

Daniel Centeno



Al hermano Chang siempre le han gustado los comeback. Lo cierto es que estos no tienen que ver con los Stones o José Luis Rodríguez. Entre los grandes regresos que ha aplaudido a rabiar, cuando sus manos están libres, se pueden contar los de Ginger Lynn Allen, Seka, Kay Parker o Christy Canyon. Mujeres negadas a envejecer, con turgencias desaforadas y entusiasmo juvenil.

No sabe este hermano Chang por qué le pasan estas vainas en su vida oriental. Cree que el furor le viene del bachillerato. Hace unos días la mamá de Alejandrito fue a recoger las notas de su retoño. La señora, una cuarentona de pelo esponjado y andar felino, entró al salón a saludar a la profesora de matemáticas. Con la boca pintarrajeada de rojo sangre, piel embutida en un breve vestido y perfumada de un pachulí que espantaba al desayuno, miró a su hijo y le soltó:

-Hola, Alejandro Manuel, pórtate bien.

Chang cree que en su organismo se disolvía un alka-seltzer. Todo era efervescencia y pecado. Antes de desvanecerse por un sopapo, recuerda no haberle quitado la vista al culo de la mujer, cuando le dijo a Alejandrito:

-Tu mamá está buena, pana.

Desde entonces, las baldosas de sus baños asisten a una ceremonia eterna de idolatría a mujeres que pueden ser su madre, tías o madrinas. El hermano Chang se postró con cada descubrimiento que hizo: Russ Meyer y sus neumáticas, la serie de Candy Samples, de Uschi Digard, Yuyito en Sábado Sensacional y Kitten Natividad en su papel de ultra vixen chicana.

Ayer mismo estaba en el psiquiatra juvenil y le contó su compulsión al dueño del diván. El profesional, familiar de Chang, lo escuchó y le dijo que todo era perfectamente normal, que no hay que afligirse, que la "industria" sabe que hay madres que uno quiere beneficiarse, por lo que acuñó el término MILF (Mothers I'd Like to Fuck). Le dio unos links de Internet y le recomendó una serie que hace furor en Japón: la de Dream Stage, la productora especializada en escenas con trabajadoras que pasan de la cincuentena de años.

Ahora Chang se siente mejor, menos enfermo y más entendido. Se le ve poco por el barrio. A él no le importa, porque a la distancia de una tecla puede imaginarse en actos lúbricos con una maestra de escuela, con una cocinera o una panadera. También se ha topado con diosas de antiguo esplendor y eterno renacer rescatadas de un naufragio: Julia Ann, Janine Lindemulder, Selena Steele…

Quiere preguntarle a sus amiguitos, Echeto, Santaella y El Tumbelino, qué hubiera sucedido con Haydee Balza si esta alta tecnología cosmética hubiera estado disponible en su tiempo. Cómo hubiera sido el desempeño de Angélica Arenas con más corte y costura y menos pacatería. ¿Y Lila Morillo dónde hubiera quedado en este recuento hace 15 años?

Ellos no son Alejandrito. Lo entenderán. No arremeterán contra él, aunque quede como el verdadero Gran Masturbador de Dalí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la obsesion con las madres es un misterio de la humanidad. Ahora, no suele verse la obsesion con padres, pero tambien existe