El reino de las milfs

Roberto Echeto ®


Una milf es una mujer que se encuentra en el punto máximo de su belleza corporal. Dependerá de ella y de sus circunstancias el que esa cúspide dure años o no. En las milfs, los genes y las cremas hidratantes se dan la mano para forjar criaturas a las que provoca darles millones de besos y cuidarlas sin que nos importe su edad.

Esas damas sedosas que andan por ahí, perturbándonos con su mezcla deliciosa de experiencia y belleza, de sabiduría y voluptuosidad, de dulzura y deseo, viven en el reino explosivo donde las pequeñas arrugas conviven en equilibrio con ciertas redondeces. Eso es lo que todos hemos visto alguna vez en ciertas maestras, en ciertas jefas, en ciertas amigas, en ciertas actrices y en algunas de las mamás de los amigos de nuestros hijos. Las milfs están por doquier, encendiéndonos la máquina pornográfica que los hombres tenemos más arriba del cuello porque una milf es eso: una «mami», una belleza de carne y hueso que desmiente la especie según la cual sólo las Lolitas son deseables.


Y es que aunque la reflexión que aquí hacemos esté marcada por el tema de la edad, las fuerzas que puede desatar una mujer están fuera del tiempo. Así que volverse milf o no, es (como todo lo que rodea a las damas) un misterio. No se es milf a partir de una edad determinada ni se deja de serlo a partir de otra. Ahí tienen ustedes a Amparo Grisales, quien ya lleva años siendo una belleza jubilosa y ahora es cuando empieza a vérsele el dibujo de un reloj de arena en su piel morena. Ahí tienen también el caso de las españolas. Dadas las características de sus pieles demasiado sensibles a la luz del sol, las españolas pasan casi directamente de ser adolescentes a ser milfs… Y que conste, ¡oh, españolas preciosas! Sois bellas y nos gustáis mucho. Eso sí: usad un buen protector solar y no abuséis del bronceado porque os arrugáis rápido y pareceréis las hermanas de vuestras madres, en lugar de sus hijas.

Confieso que soy bruto y tratar estos temas delicados me cuesta mucho, entre otras razones, porque debo medir mis palabras para no parecer un sobador. A riesgo de que mis lectores piensen lo que quieran, debo decir que la belleza femenina siempre me ha parecido una línea ascendente que llega a un punto en el que pareciera que la mujer va a estallar, pero no por gorda, sino por lo bella, por lo apetitosa que se ve, por la proporción que se forma entre su carácter y sus formas contundentes, entre su donaire y sus hombros, entre su cuello y la playa que lleva en el pecho… Hay mujeres que tienen unas batatas tan lindas, que provoca quedarse a vivir en ellas, montar un apartamento, mandar a conectar Direct TV, poner una hamaca para dormir siestas sin número y leer libros de ciencia ficción.


Si bien el término «milf» forma parte del diccionario de la pornografía contemporánea, es hora de usarlo fuera de él y aceptar con toda la maldad del caso que nuestras esposas, nuestras hermanas, nuestras novias, nuestras primas, nuestras amigas y miles de millones de mujeres que pueblan el mundo-mundial son o serán milfs y que en todas partes hay y habrá sujetos a quienes se les llenarán sus cerebros de magma y azufre, cuando estén frente a ellas y las vean y las detallen y las perfilen y perciban la atmósfera que se apodera de la estancia donde ellas se presenten.

Mujeres de todos los colores, de todos los sabores, de todos los tamaños, de todos los planetas, de todos los tiempos, de todos los kilos... Mujeres planas, maduras, turgentes, flacas, serias, macizas, reilonas, safriscas, frívolas, intensas, dulces, amorosas, maternales, rudas, tímidas, milfs… Las queremos, las deseamos, las adoramos...

Ustedes son la gloria y la felicidad.



http://www.robertoecheto.blogspot.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Roberto,

que bello, esto está tan necesario como el café para preparase para un nuevo día.

Anónimo dijo...

Que hermoso post. Habla muy bien del escritor.

La hija de una hermosa milf, que algún día también será milf.