Sinseso y la teoría de las hiper-mujeres

Fedosy Santaella


Ya sabes, a Sinseso siempre le pasan cosas. Aunque él ya está acostumbrado y se toma el asunto con humor. En los últimos años hasta anda medio fanfarrón. La vida de los tímidos es dura, y cuando un tímido reacciona, exagera. Demasiados años viviendo en el miedo te vuelven temerario. Tan temerario como lo fue aquella noche en uno de esos locales del Centro Comercial San Ignacio.

La cumpleañera había elegido aquel lugar porque estaba de moda y porque era noche de “famosos”. Es decir, alguien “famoso”, un locutor, un actor, cualquier estúpido de la farándula, iba y ponía su música; era un “selector”, como le dicen ahora. Eso hacía felices a todos, menos a Sinseso quien, como siempre, abomina de sitios como ése. Nunca les ha visto la emoción, en verdad. Pero él estaba ahí por Maigualida, quien es jefa de cumpleañera, y tiene además la sana costumbre de no perderse un guateque. Sinseso ama a su bella MILF, eso ya todos lo sabemos.

Menos mal que estaba uno del trabajo de su mujer que le cae bien. Edward, un tipo campechano, sin pretensiones, y lleno de un odio acérrimo a los enanos pretenciosos que se visten de negro y se creen artistas.

Ahí estuvieron hablando un rato. El local se llenaba más y más. El volumen de gente no era normal. En otro tiempo, Sinseso hubiera salido corriendo, pero ya sabes, se ha convertido un tipo duro.

En cierto momento, Edward y Sinseso se sintieron apretujados y reducidos. Estar sentado casi siempre es un privilegio. Pero en un sitio que excede su aforo y se ve colmado del fashion nocturno, estar setando resulta más bien una humillación, un castigo que te reduce a la categoría de poca cosa, de idiota excecrado. Así que aquellos dos se pararon y se pusieron a mirar. Porque había mucho que mirar, cabe decir. Curvas, volúmenes, todo eso que un hombre disfruta de las mujeres. (Si existe acaso una remota posibilidad de telepatía entre dos hombres, debes buscarla precisamente en este momento, es decir, cuando están mirando mujeres.)

Varias personas, amigos de trabajo de Edward, se fueron acercando. Si alguno de ellos no era conocido de Sinseso, Edward los presentaba. Los recién llegados se quedaban unos minutos y luego seguían en lo suyo.

Estaban ahí con un tercero que acababa de unírseles, cuando Sinseso vio a las rubias. Platinadas, claro. Apretaditas, por supuesto. Operadas, obviamente. Estaban riquísimas, cómo no. Tan exageradamente ricas que parecían actrices porno. Sinseso lo dijo. Es decir, señaló al par de rubias y comentó:

—Mira esas dos, parecen un par de actrices pornos.

Ahí mismo, el recién presentado —a quien llamaremos Walter— dijo:

—Ellas andan conmigo.

En otra época (y disculpen que insista con lo de otras épocas), Sinseso hubiera salido corriendo, o se hubiera desmayado, o qué sé yo qué cosa horrible; pero ya Sinseso no es así. Sinseso ahora es todo un desfachatado; así que no dudo en replicar:

—¡Coño! ¿Y alguna de ellas es tu novia?

Walter, el dedo gordo metido en el cinturón, el trago en la otra mano y las piernas abiertas, respondió con gesto negativo y mirando para otro lado.

—Pero estás saliendo con una de ellas —indagó el otrora tímido Sinseso.

Walter, en la misma posición vaquera, volvió a negar con la cabeza y siguió viendo para otro lado.

—Bueno, entonces no hay problema, ¿no? —concluyó nuestro amigo, y luego—: Ojo, no estoy diciendo nada malo de ellas. Putas no les estoy diciendo. Sólo digo que parecen actrices porno. Y esa es una verdad innegable. Pero fíjate, tal cosa les pasa a las mayorías de las mujeres hoy en día. A las jóvenes, pero sobre todo a las MILF. Yo creo que la culpa la tienen los maricos locas y su sentido de lo estético, que está muy relacionado con lo virtual. Porque lo virtual todo lo potencia, todo lo lleva a los extremos. Baudrillard dice que la virtualidad es la imitación de la imitación. Pues bien, yo creo que algo que se imita repetidas veces termina siendo una figura grotesca. La imitación de la imitación es lo grotesco. El porno, si te pones a ver también es virtualidad. Acontece ante tus ojos, pero convertido en píxeles. Y de algún modo, la virtualidad es aséptica. Esas mujeres quieren exudar sexo, pero sexo virtual, sexo aséptico. Son una vitrina, no están disponibles. Son más beatas que una monja. Pero volvamos a los maricos locas. La mayoría de ellos son hiper-mujeres. ¿Por qué? Porque quieren ser más mujeres que las mujeres. Saben incluso cómo ser más mujeres que las mujeres. En el canal donde yo trabajo, por ejemplo, hay un marico loca que es director de casting, es decir, el jefe de las presentadoras del canal. ¿Y sabes que le dice el marico loca a las jevas? Bueno, les dice que si quieren triunfar en ese negocio, si quieren ser las mejores animadoras, tienen que sacar el marico que llevan por dentro. A las muchachas les dice eso, que tienen que sacar el marico que llevan por dentro. ¿Qué tal? Es decir, les dice que se conviertan en una hiper-mujer virtual y grotesca. Y si te pones a ver es verdad: Las mejores animadores de televisión no son mujeres, son hiper maricos locas, hiper-mujeres virtuales. ¿Qué tenemos ahí? Pues la imitación de la imitación de la imitación que lleva a lo grotesco. Ya las mujeres para ser mujeres tienen que imitar a las no-mujeres que a su vez son hiper-mujeres. Y todo esto viene de los maricos locas. Pero tú te preguntarás: “¿Ajá, y cómo pasamos de los maricos locas a la proliferación de hiper-mujeres?" Pues tienes un gran medio, el más grande de todos los medios: El Miss Venezuela. ¿Saben por qué el Miss Venezuela? Muy sencillo, porque todos los maricos locas de este país trabajan en el Miss Venezuela. ¿Y qué ha hecho el Miss Venezuela? Marcar la pauta de la belleza venezolana. Así de sencillo. Pero saben ¿qué? No me importa, me encanta la virtualidad y lo grotesco. Me encanta la hipérbole de la carne, y la aplaudo. Eso sí, no me gustan los maricos, ni las locas. Allá ellos.


Sinseso estaba exaltado, orgulloso de sí mismo. Eso nos pasa a veces, ¿no? Que conversando descubrimos pensamientos, cosas geniales que consideramos (quienes las acabamos de decir) supremamente originales.

Edward y el tal Walter no dijeron nada. Walter no había dejado de mirar para otro lado, y Edward parecía estar muy concentrado en los hielos de su trago. Sinseso se dijo que aquellos dos eran un par de envidiosos que no quería reconocer su genialidad, pero al mismo tiempo presentía que algo no estaba bien.

—Me tengo que ir —dijo Walter, y por fin miró a alguien. A Edward.

Edward asintió y le dio una palmada en el hombro. Walter se fue, sin echarle si quiera una mirada a Sinseso. Pero a Sinseso le dio igual. Aquel muchacho no era más que un envidioso con poco sentido del humor.

—Bueno, todo lo que dije es verdad —dijo Sinseso.
—Sí —dijo Edward—. Una maravilla todo.
—Y nunca hablé mal de sus amigas.
—No, pero yo creo que ése no es el problema.
—¿Ah, no?

Edward bebió, miró hacia el fondo y luego a Sinseso.

—No, mi pana, lo que pasa es que el carajo ése es marico.

Sinseso tomó un poco de su coca-cola. No quería ver hacia donde estaban Walter y sus amigas hiper-porno-mujeres.

—Bueno, tampoco hablé mal de los maricos. De las locas nada más —dijo finalmente.
—De las locas nada más —dijo Edward. Bebió otra vez y dijo, como si nada—: No le pares bolas a esa vaina, mi pana.
—Es verdad, no joda —dijo Sinseso todo fanfarrón.
—Además, loca o no, ¿quién le manda a marico?
—Sí, quién le manda a marico —respondió Sinseso, y bebió más coca-cola y siguió viendo mujeres, deliciosas jóvenes, magníficas MILFs, todas muy porno, como él le gustan.



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4 comentarios:

Anónimo dijo...

ja

JCZ dijo...

Esa es una verdad del tamaño de Mazinger Z, “cuando un tímido reacciona, exagera”. Como me hubiese gustado estar ahí para ver la cara de Sinseso, aunque la historia da cuenta de que este hombre hasta desfachatado anda y ya no le para bolas a nadie, ¿cómo le habrá hecho el Sinseso para convertirse en un “tipo duro”? -a mi me hace falta tomar un poco de "éso", jejejejeje-. Y aunque suene malintencionado, ojala y a Sinseso le sigan ocurriendo cosas, para de esa manera seguir gozando un montón con sus crónicas.

Salud, bró...

Anónimo dijo...

Jaja...

La verdad es que elijo reír para no llorar.

Hace un par de meses fui con mi hermanita (ya de 17, pero aún mi hermanita) a un sitio en el citado centro comercial. Nos pusimos a bailar solas, aunque seguramente dimos la impresión de que bailábamos la una con la otra, porque unos chicos se nos acercaron y nos preguntaron si éramos lesbianas "¿...o estamos bien?".

¿Cómo hacemos las simples, clásicamente mujeres, para sobrevivir en este mundo de "hiper mujeres"?

Slds reaparecidos!

Z.-

Anónimo dijo...

Saludos, Sandra. ASí es la vida.
Seguimos, y gracias por escribir.